22 d’agost 2007

DEMAGOGIA LITERARIA



"Estupefacto y tembloroso" me dejó la lectura de la opinión que tiene el escritor José Ángel Mañas (clicar en el artículo) sobre el actual panorama y futuras perspectivas de la cultura escrita.

Estupefacto por la cantidad de tópicos y de tonterías.

Tembloroso porque si existen muchos más escritores que piensen lo que él, entonces tendríamos, los lectores, un problema.

Lo leí, el artículo, el pasado mes de mayo. Lo metí en un cajón y ahora, releído, me sigue pareciendo un ejemplo de demagogia literaria adornado con un lastimoso rosario de quejas absurdas.

Veamos:

"Hace apenas veinte años, una familia de clase media leía a Vargas Llosa, a García Márquez, a Günter Grass, a Max Frisch, a Heinrich Böll y, a lo mejor, si querían darse aires de culturetas, hasta se atrevían con James Joyce o con Robert Musil. Hoy, la misma familia lee a Dan Brown, a Dan Brown, a Dan Brown, a Dan Brown y, a lo mejor, si se pasan por el VIPS de la esquina, a alguno de los tropecientos primos hermanos que le siguen saliendo a Dan Brown. No hay más que remitirse a las listas de ventas."

Vale, de acuerdo, pues remitámonos a las listas de ventas. En las actuales aparecen, entre autores de best sellers, Paul Auster, Lucía Etxeberría, Almudena Grandes y ¡Oh! ¡Günter Grass y García Márquez!
Y hace apenas veinte años nos encontramos entre los más vendidos, junto a Vargas Llosa y García Márquez, a Vázquez Figueroa y a Dominique Lapierre y a Stephen King y a Ken Follet y a Noah Gordon ... Autores de entretenimiento como Dan Brown.

O sea, ni hace veinte años la familia de clase media demandaba bienes culturales más exigentes ni ahora solamente consume, de manera exclusiva, novelas con misterios esotéricos. Sencillamente crece el mercado, la industria cultural aumenta y engorda las cifras de fenomenos literarios populares. Si el sector aumenta sus cifras año tras año, las novelas de evasión, que siempre han sido el grueso de las ventas, seran las que más crezcan en ventas. Lógico. Pero es que también crecen las compras de literatura más exquisita aunque no en la misma proporción porque no es una literatura popular; de hecho cuando aparece un libro no destinado a ser un bestseller sino el típico libro para una minoria selecta y luego lo es se tiende a minusvalorarlo, porque, claro, un libro que gusta a la mayoría no es recomendable y recomendar bestsellers no demuestra personalidad. Que le pregunten al Cercas de "Soldados de Salamina" (Empar Moliner dixit ).
Siempre ha sido así y el hecho no implica que el escritor de la excelencia literaria se quede sin editar o sin vender; ni que esa familia de clase media no los lea.

Más, más:

"No es que me parezcan exigibles las tiradas de 100.000 ejemplares de Musil o de Joyce: me aburren soberanamente. Pero las de tres millones de Dan Brown tampoco parecen imprescindibles más allá de una lógica exclusivamente mercantil."

¡Pero es que no hay un más allá! Las tiradas son un proceso mercantil. Es que estamos en una industria en la que si el producto se vende, pues se fabrican más. Por mucho que inundes el mercado nadie te asegura que el lector compre en la medida de ese tiraje.

Otra:

"Pero lo cierto, repito, es que el número no implica diversidad y que lo que se está produciendo es una progresiva bestsellerización del sector. Ello se constata doblemente. Por una parte, las propias editoriales, si uno se fija, están empezando a renunciar a sus formatos clásicos, a aquellos diseños que caracterizaban a la casa, para camuflarse en lo posible en ese mercado tan suculento y llamativo del best seller. Por otra, los propios escritores se van dando cuenta de que si no se bestsellerizan mínimamente, añadiendo un punto de comercialidad temática y de suspense, se acaban quedando fuera de juego..."

No, no es el sector el que se bestselleriza, quizás los sellos del grupo Planeta sí pero no el sector ya que, si uno se fija (de fijarse, de observar y no de quedarse clavado), en los últimos cinco años el mercado editorial español ha alumbrado un continuo de pequeñas editoriales y muchas de ellas con un espíritu parecido al que tienen Tusquets y Anagrama que todavía marcan la pauta; es decir, mimando el catálogo y buscando la excelencia literaria. Nunca ha habido tal cantidad de editoriales, las hay grandes y pequeñas, comerciales y selectas, vulgares y exquisitas, afamadas y desconocidas... Un buen escritor puede llamar a muchas puertas... Aunque, claro, no pagan aquellos anticipos desmesurados de la década de los noventa.

Acaba:

"Los hechos no pueden ser más claros y las consecuencias tampoco: los lectores demandan un tirón narrativo al que para bien o para mal les hemos acostumbrado, y todos los que queramos dedicarnos profesionalmente a esto tendremos que plegarnos antes o después. ¿Las alternativas? Ninguna: o bestsellerizarse o morir. Cada cual según su conciencia."

"los lectores demandan un tirón narrativo..." ¡Toma, claro! Aquí y en La Patagonia. Ahora y en la Edad Media. Es una prioridad para la mayoría y no tanto para una minoría. ¿Se entiende ahora por qué se vende más Dan Brown que Robert Musil? Mayoría y minoría ¿Se entienden los conceptos? Encima si eres bueno pero vendes mucho será por rebajar el listón de la exigencia literaria ¿No? Me pregunto si también te saldrían manchas en la conciencia.
¡Ay! Estos estilistas que desdeñan la estima por la acción.

"Ahora (...) el hombre de letras (restituido a su altísima dignidad) puede consolarse considerando que también es posible escribir por el puro deleite de escribir. Así, pues, me siento libre de contar, por el mero placer de fabular..." (Umberto Eco)