Una mañana de verano. Temprano. La playa casi vacía. Los servicios de limpieza van recogiendo los desechos del día anterior. Entre la basura vomitada por las papeleras aparecen varios libros.
Si este hecho se normalizara y fuera algo corriente, se habría dado un paso de gigante en la superación de la perpetua crísis del negocio librero y, a lo mejor, este sería un país más normal. Pues sí; el libro como objeto, como producto de usar y tirar. Pero si la gran mayoría de artículos de consumo ya han recorrido ese camino... A estas alturas ¿Qué es lo que pasa con los libros? ¿Porqué todavía no estan desacralizados? Conservan un aura que transmiten a su poseedor, una especie de temor reverencial a usarlos como objetos, que es lo que son, productos de consumo cultural que son idolatrados como si fueran iconos sagrados. El libro debe leerse, debe guardarse, debe coleccionarse, pero también debe desecharse.
Por otro lado, los hábitos y modos de vida van cambiando. La mayoría de la gente vive en casas y pisos más pequeños. El espacio disponible es menor. Es necesario y fundamental para la salud intelectual disponer de una biblioteca que vas creando con el tiempo. Esas estanterías, llenas de libros, deberían ser una especie de retrato íntimo, una memoria sentimental de uno mismo. Y, por eso, debería evitarse la acumulación indiscriminada llevando a cabo un severo filtro para que ese autorretrato gane en trascendencia e importancia.
Y se debe seguir leyendo, y mucho. Y ahí está el libro de bolsillo que, desde hace unos años, experimenta un florecimiento bastante notable. Si bien en las diferentes colecciones de libros de este tipo todas las editoriales prometen más calidad, mejores cubiertas, buen papel, diseños cuidados... Yo me imagino a un editor creando una auténtica colección de libros de bolsillo: "BARATILLOS BOOKS" (B&B) que hiciera bandera del pecado de ofrecer libros a un precio bajo de verdad con voluntad de ser productos perecederos de calidad ínfima. Es decir trasladar toda la parafernalia de la calidad material del producto a la rebaja del precio de venta. Parece una buena idea pero ¡ay! ¿Estarían dispuestos los libreros a mantener un espacio para un producto así?
4 comentaris:
Hola Pecador
Gracies per la teva visita al meu diari. Tens molta raò en el teu comentari.
He vingut a visitar-te però en trobo que tens el teu "una miqueta abandonat". Llastima.
records
José
Tens tota la raó. És més, crec que en la pràctica el llibre, per bé o per mal, ja és un objecte que, amb alguna excepció, es llença aviat. Ho fan els llibreters, els bibliotecaris, hi ha un gran excés que no permet, sovint accedir a perles que passen desapercebudes. Els llibreters fan una gran funció però, com els editors, han de mantenir un negoci i, per tant, tenen les seves limitacions.
José i Júlia, gràcies pels comentaris. Ja sé que em falta constància i paciència. La meva força de voluntat no es troba a l´alçada del gust per fer anotacions, sobretot anotacions provocadores.
Me gustan los libros. No me importaría comprármelos al peso. Si viera uno en una papelera o arrojado en un banco seguro que me lo quedaría. No son dioses. Pero me acercan a mi dios. O sea ... más a mi misma.
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