17 de maig 2008

LA FÓRMULA SECRETA



Del señor Lewis Buzbee, profesor universitario, ex librero, ex comercial y voraz lector, se acaba de publicar un delicioso librito "Una vida entre libros" (Tempus Editorial) donde rememora su pasión por el libro en todos sus aspectos:

"... desde el placer de recorrer las librerías sin prisa, atentos a los cientos de promesas que esconden en cada uno de sus estantes y expositores, pasando por elgusto de abrir un ejemplar nuevo y sentir sus páginas olorosas y crujiente, a la felicidad de pasar una tarde en una butaca dejándonos llevar por la magia de las palabras".

Un paseo por la historia de las librerías desde los primeros tenderetes en plazas y mercados hasta las librerías electrónicas y grandes cadenas, aunque con lo que he disfrutado de verdad ha sido con los capítulos dedicados a su trabajo en diferentes librerías y con su evolución como lector, nutridos de lecciones vitales llenas de encanto:

"Le contaba a Greta que mis padres sólo leían libros menores, mientras que yo me había vuelto... ¿más distinguido? ¿más ilustrado? Mi pavoneo acabó hartándola y un día me llamó la atención. (...)
-Lewis- me espetó -, no dices más que idioteces. ¿Quién te has creído que eres?
(...)
Me preguntó si mis padres leían. Sí, pero... Mi madre leía novelas góticas a toneladas, una tras otra, se tragaba una cada noche. Mi padre leía sobre todo periódicos y revistas (...) Intenté explicarle a Greta lo banales que eran aquellas lecturas y que yo jamás leería aquello, pero ella insistió en que debía sentirme agradecido.
Los padres no tenían por qué leer el New York Review of Books o la obra de James Joyce, ni tampoco debían obligar a sus hijos a leer La isla del tesoro o los mitos griegos. Los padres habían de leer para ellos, sencillamente, y encargarse de que hubiese libros para niños en casa. Bastaba con que sus hijos vieran que la lectura era algo que los adultos hacían por placer. Siguiendo su ejemplo, ellos mismos empezarían a leer por su propia cuenta".

Descripciones sobre el día a día trabajando como librero, el subidón atendiendo clientes sin parar en jornadas especiales, siendo de los primeros en palpar las novedades que salen de las cajas, la reconfortante ilusión de estar al día en multitud de disciplinas diversas y esa estimulante sensación de saber un poco sobre mucho:

"Lo que yo he llegado a aprender sobre un montón de cosas, triviales o profundas, arrancó muchas veces con la lectura de una solapa, de una frase leída casi al azar que me llevó a otro libro, que me llevó a su vez a otros libros. La mente de un librero tiende a quedar atestada de ese tipo de pequeñas píldoras de información: números de Fibonacci, patrones de migración de las aves salvajes, cuentos abisinios, barnices de violín de los maestros italianos del siglo XVI y XVII. Aun así, se trata de una adicción muy placentera. Lo mismo puede decirse quizá de la búsqueda en Internet, en la que una página te lleva a otra, pero con una diferencia: en la librería, el libro lo tienes a mano, disponible de modo inmediato".

Sus peripecias como representante de una editorial y su impresión de que en muchos aspectos continuaba siendo un librero de libreros:

"El representante comercial es el vínculo más directo entre el editor y la librería, y aunque todo este trabajo podría hacerse fácilmente por teléfono o por correo (o por fax o e-mail), la peculiar naturaleza de las librerías hace necesario que el representante acuda personalmente". (...)

"Incluso tropecé con la animadversión de algunos libreros al traje y la corbata. Russ Solomon que creó Tower Records and Books, logró que su opinión sobre los tipos trajeados corriese de boca en boca. En la primera época de Tower, cuando Russ se encargaba personalmente de gran parte de las compras de discos y libros, alargaba el brazo por encima de su escritorio con unas tijeras y le cortaba la corbata a cualquier representante que aún no hubiese aprendido la lección. En la pared que había a su espalda tenía un abanico multicolor de corbatas caras y baratas, elegantes o chillonas: todas grapadas allí. Así lo cuenta la leyenda".

Un curioso capítulo donde nos describe sus librerías favoritas, mayormente norteamericanas, o algunos establecimientos míticos. Otro más, al final del libro, sobre la futura evolución del negocio librero con los consabidos temas de la venta electrónica, la impresión bajo demanda, grandes superfícies y librerías independientes, etc. Al centrarse en la realidad estadounidense sobre el tema del precio fijo no viene nada. Lo siento señor Lara.

Y -¡Por fin!- para todos esos editores perpetuamente afanados en encontrar la piedra filosofal de su negocio, es decir, la fórmula secreta que provoca la venta de un libro, llega el momento de revelar ese arcano misterio. Aquí lo tienen:

"The Fierce and Beautiful World, una colección de relatos de Andrei Platonov. Sólo el título (El fiero y hermoso mundo) ya resulta irresistible, pero es el libro mismo, el objeto como tal lo que me persuade: su belleza y su tacto. (...) The Fierce and Beautiful World es un volumen en rústica, más bien delgado pero compacto, embellecido con una fotografía en blanco y negro de un edificio futurista de forma esférica; el título aparece en un recuadro púrpura con letras brillantes rojas y blancas. El lomo utiliza los mismos colores, el púrpura espacial y el rojo, con una tipografía simple y elegante. Me agacho para sacar el libro del estante, le quito el polvo de la portada, lo sopeso en la palma de la mano y lo abro. Las páginas son firmes y cremosas, tienen un buen tacto. Las guardas, cosa inusual en un libro en rústica, son de color, de ese pùrpura fascinante. Me pongo el libro bajo el brazo. Vendido".

5 comentaris:

el llibreter ha dit...

M'acabes de condemnar a llegir-lo!

Salutacions cordials.

Anònim ha dit...

sr. llibreter no tingui molta presa

El llegidor pecador ha dit...

Dolça condemna llavors, Llibreter. Li recomano, especialment a vostè, el penúltim capítol "Una luz íntima entre anaqueles" on es fa un recorregut per diferents llibreries llegendaries.

A poc a poc, anònim, i és clar que sí.

Anònim ha dit...

Una vez leído todo el post, con sus enlaces, he anotado este título para adquirirlo. Lástima que mi inglés sea paupérrimo, lo que no me permitirá leer The Fierce and Beautiful World, de Andrei Platonov, que he hojeado virtualmente. Se traducen auténticos bodrios y se ignoran innumerables libros, tan magníficos como el mencionado. En fin…

Muy interesante, su blog, Llegidor. Lamento no poder expresarme en catalán.

Saludos.
Candi

El llegidor pecador ha dit...

Tampoco yo, Candi, tampoco tengo nivel suficiente. Pero es que también se traducen libros magníficos y se ignoran innumerables bodrios, ¿Qué más da? Actualmente estamos siempre rodeados de excelente literatura al entrar en cualquier librería.
Me alegro que le guste el blog y no se disculpe por lo del idioma, lo fundamental es entendernos y lo otro no son más que herramientas.