24 de maig 2009

ELOGIO DEL CHIVATO


Iba siguiendo, en los medios, el desenlace y las valoraciones sobre el caso Yak-42. Todo correspondíase con un guión previsible, en función del color del medio informativo elegido, cuando me topo con las palabras de Eduardo Jordà en su artículo "El huerto de los melocotones" con el que alumbra un punto de vista inédito.


Jordà nos habla de cómo, en la Guerra de Secesión, existían los llamados "generales políticos" de la Unión, auténticas nulidades en estrategia militar y siempre pendientes de periodistas y fotógrafos que registraran sus frases y ensalzaran su figura, cuyos mandos debíanse a amiguismos e intrigas en los altos despachos de Washington. En contraposición a estas figuras, Jordà nos descubre a los militares profesionales que tenían que salvarles el culo a esos "generales políticos".

Bien, Jordà capta toda mi atención narrando el episodio bélico en el Huerto de los Melocotones y su sangriento desenlace provocado por uno de esos petulantes generales, y vuelve a captar mi atención, aunque para mal, al final de su artículo cuando elogia (sic) la conducta del general Navarro, "condenado a tres años de cárcel por cumplir órdenes en la identificación de los cadáveres del accidente del Yak-42":


"No conozco al general Navarro, pero si se calla y asume el papel que le ha tocado y va a la cárcel por culpa de un superior que le dio las órdenes equivocadas, nos habrá dado a todos una lección de grandeza humana que no suele ser habitual en estos tiempos. Presenten armas, soldados. Ahí va John Wayne."


"¿Lección de grandeza humana?", gracias a esta "grandeza" los "generales políticos" pueden continuar sin asumir ningún tipo de responsabilidad, gracias a esta "grandeza" siguen sin ser juzgados oficialmente, gracias a estas "lecciones de grandeza humana" los incompetentes logran tener las manos libres y la tranquilidad de saber que sus miserables actuaciones pueden cobijarse tras el honor de terceros.

En el entramado organizativo militar, de rígida obediencia vertical, el general Navarro fuera un verdadero héroe si tuviera en cuenta valores como Verdad y Justícia que deberían estar siempre por encima de cualquier institución o patria; el chivato, en casos como éste, sería un auténtico héroe "ese que no es perfecto, y que al no serlo es mucho más cercano" pero no, ha elegido ser cómplice, a base de mentiras y traicionando la memoria de soldados a sus órdenes, de esos "generales políticos" y partícipe de que se perpetúe la ley del silencio que rige en todos los ejércitos.


No se equivoque usted, Jordà, definiendo al general Navarro como "ese héroe idílico, perfecto, y por tanto irreal, que el cine moderno muchas veces nos propone", no, no se trataba de parecerse a John Wayne sino de ser Marlon Brando.