
Este apunte es inútil.
Este apunte llega tarde y mal.
A principios del mes de febrero, Pilar Rahola publicaba una columna titulada
"Héroes de mochila" donde se mofaba de algunos jóvenes -en concreto mencionaba a una activista propalestina catalana, obviamente no hablaba de sí misma- que viajaban hasta Israel con el objetivo de participar en protestas y actividades en contra de su gobierno y a favor de la causa palestina:
"Uno de los deportes de estos tiempos fútiles es ir a hacerse el héroe a Israel. Es un deporte cómodo y exitoso (...) porque, a diferencia de otros conflictos, cuyos gobiernos chapotean en la feliz impunidad (sic) de las dictaduras, Israel es una democracia. Por supuesto, puede cometer y comete atropellos (sic) e irregularidades (sic). Pero tanto como cualquier otro país, en situación de conflicto grave. Y cuando ello ocurre, los propios mecanismos de control democrático hacen su trabajo (sic, sic, sic)."
"El caso de esta militante catalana, que pasea su felicidad de héroe de bolsillo por las fotos de los periódicos, es paradigmático. (...) Algunos deciden ir a tocar un poco más las narices, no fuera caso que Israel lo tuviera demasiado fácil. Y encima, se permiten caducar su visado."
Así, la activista no violenta catalana -sigo sin referirme a Rahola, por supuesto- debería viajar a países menos tramposos que Israel, países que no presuman de demócratas, a lugares como Teherán, Sudán, Arabia Saudí, ... para demostrar, con manifestaciones, su amor por la justicia y la libertad. Y yo que suponía que un estado demócrata era algo más que un lugar donde se organizan elecciones regularmente y donde, además, se respetan las garantías judiciales, las leyes nacionales e internacionales, la libertad de expresión, los compromisos pacifistas, el respeto al otro, ... Claro, la militante pacifista catalana -que no, que no hablo de Rahola- se aprovecha de la democracia israelí amenazándoles con un visado caducado.
Dos meses después conocía, a través de Carmen Magallón, la
historia del asesinato por parte del ejército israelí de la joven Rachel Corrie en marzo de 2003.La aplastó una excavadora militar cuando trataba de impedir la demolición de una vivienda palestina.
El cuerpo de una chica de 23 años, un visado caducado, quizá alguna pancarta ... armas temibles.
Me pareció que el relato de la muerte de Rachel Corrie contraargumentaba de manera palmaria las razones defendidas por la polemista -lógicamente no aludo a Magallón-; lance que, según mi opinión, debería ser expuesto como ejemplo de sinrazón y mala uva.
Pero, ay, los asesinatos acaecidos la semana pasada han relegado este apunte a la categoría de gesto inútil.
Bueno, al apunte y también al intelecto de Pilar Rahola.