20 de desembre 2008

EL ARTE DEL MAQUILLAJE



Se acerca el final del año, aunque siempre he considerado como final de año al 31 de agosto. Igual que me gusta pensar en el otoño como la última estación del año, el verdadero ocaso de la vida se produce en otoño pues es durante el invierno cuando tiene lugar el germen de la gestación primaveral.

En fin, que llega el solsticio de invierno y con él arriban también los cierres de balance empresariales. Es el momento de los mayores derroches de imaginación con el objetivo de
maquillar las cifras anuales.

Editoriales y distribuidoras empiezan a estar unidas por el cable telefónico -se aconseja no mandar 'e-mails', ya que no conviene tener constancia escrita- para pactar retoques cosméticos a base de compras 'fantasmas' de cara a embellecer las cuentas finales.

Lo clásico consiste en la llamada de un jefe de ventas nacional por parte de la editora a varios distribuidores de confianza para ofrecerles realizar, sobre el papel, una compra importante -ejemplares que no saldrán nunca del almacén editorial, ya que no es necesario mover libros arriba y abajo- que será abonada, también sobre el papel, al mes siguiente sin que a los distribuidores les cueste un euro. De este modo, el editor maquilla los números de final de año, inflándolos gracias a esas ventas ficticias, y el distribuidor, a cambio de su complicidad, recibirá un pequeño porcentaje del pedido -u otros libros que le interesen, por ejemplo títulos de fuerte venta- como obsequio.

¿Efectos secundarios de esta mala praxis?:

Puede crearse fácilmente el efecto "bola de nieve" y, en años sucesivos, tener la necesidad de ir aumentando el volúmen de esas supuestas ventas ya que en enero se producirá un saldo negativo -al anotar la correspondiente devolución- por ese mismo montante.

Otro efecto pernicioso es que los equipos de vendedores, que cobren un "plus" por vender en la línea de la empresa, son perjudicados ya que la media de ventas de la editorial aumenta de manera artificial el último mes del año y eso puede conllevar quedarse sin un dinero extra que durante todo el año se han ido mereciendo.


No me mires, no me mires (no me no me)
No me mires no me mires no me mires déjalo ya
que hoy no me he puesto maquillaje (je je)
y mi aspecto externo es demasiado vulgar
para que te pueda gustar.

mira ahora mira ahora mira ahora puedes mirar
que ya me he puesto maquillaje (je je)
y si ves mi cara te vas a alucinar
y me vas a querer besar
uh uh uh

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Vaja, no sabia que el món editorial se semblés tan a d'altres sectors tam comercials.
Ara que volia seguir el teu consell de fer més cas al llibreter on acostumo a comprar els llibres... i va i em surts amb aquest article, mmhh...
petons

El llegidor pecador ha dit...

Però, Meritxell, parlo de les relacions comercials entre editors i distribuïdors. Tranquil·la, no passis ànsia que als llibreters això que explico no els arriba.
I sí, el món editorial eminentment és un món comercial doncs si no vens...