
Su fundador, el Sr. Bernard Coutaz, se manifiesta absolutamente convencido del próspero futuro del disco clásico, a pesar de las crisis y las descargas digitales. Sus argumentos, repletos de referencias a asuntos como el fondo de catálogo, las ventas o la desaparición de puntos de venta, evocan necesariamente algunos de los desafíos en el mundo de la edición librera.
Por ejemplo sobre el mantenimiento de un catálogo y sobre la gestión de los llamados "pelotazos":
Su sello discográfico no edita recopilatorios, tampoco saldan su fondo de catálogo, ni buscan la rentabilidad inmediata. Además es el sello clásico que más grabaciones nuevas lanza al mercado actualmente. "En la música clásica cada nueva grabación tiene por delante una larga vida comercial si posee un nivel de excelencia técnica y artística. No fabricamos discos para venderlos en una semana, sino para que duren. Nuestro primer disco, publicado hace medio siglo, sigue en catálogo y lleva vendidas más de 200.000 copias. (...) Y cuando tenemos un éxito inmediato, como el Don Giovanni mozartiano dirigido por René Jacobs, que vendió 50.000 copias en pocas semanas, lo celebramos, pero sin perder de vista que el secreto de nuestra supervivencia es reinyectar las ganancias en nuevos proyectos sin bajar la calidad artística y editorial de nuestras producciones.
Lástima que, de cara a almacenar, los libros ocupen más espacio que los cedés.
He aquí una reflexión que deberían tener siempre presente las editoriales:
Para un hombre con la experiencia y la paciencia de Coutaz, la previsible desaparición del disco compacto a causa de los nuevos hábitos en el consumo de música auspiciados por las nuevas tecnologías no se cierne como una amenaza. "Editar discos es un oficio tan bello y artesanal como editar un buen libro. Cuidar la calidad del papel, escoger las ilustraciones, diseñar la portada..., el objeto que contiene la música grabada debe ser cuanto más bello mejor. Abaratar costes, mermar la calidad para buscar más ganancias, supone traicionar la confianza del público que espera lo mejor de nosotros. Por eso no temo la desaparición del cedé. Vivimos bajo demasiadas presiones, pero el disfrute de la música exige buscar tiempo para sentarse y, tranquilamente, gozar una buena interpretación, y mientras tengamos oídos, ojos y manos, tendremos ganas de mirar y tocar el disco, de tenerlo en casa".¡Ay! Esas traducciones mal pagadas, a cuatro manos o apresuradas.
Y sobre los puntos de venta:
Pese a los años transcurridos le sigue gustando su oficio. Por eso lamenta la desaparición de puntos de ventas, "cada vez hay menos tiendas de música en las grandes ciudades, y el público tiene menos oportunidades de ver los discos, poderlos escuchar o hablar con el vendedor. Cuando vimos que en Francia desaparecerían los comercios discográficos, abrimos nuestra propia cadena de tiendas, que cada vez tienen más éxito y representan ya el 26% de nuestra cifra de negocios -ya tienen 44 en Francia y tres en España (Girona, Madrid y Santander)-.